Doña Catalina Morales León, mejor conocida como doña Catán o mamá Catán nació en el barrio Matuyas de Maunabo, aproximadamente para el año 1884. Fueron sus padres don José Morales y doña Aurelia León. Tuvo cuatro hermanos: Juan, Aurelia, Castora y Dolores.
Era de esbelta fugura, alta, rubia; conocida como una de las mujeres más bonitas del barrio. Era de carácter alegre, jocosa, decidida, sincera, y muy emprendedora. Proyectaba seguridad y aplomo, así era en todas sus decisiones. Todo el mundo escuchaba a doña Catán. No sabía leer y escribir, pero tenía una inteligencia maravillosa. Se expresaba muy bien y compartía con todos. Por eso sus familiares, amigos y vecinos, la consultaban cuando era necesario.
Se casó con Daniel de Jesús, mejor conocido como "don Dane", cerca del año 1905, en Yabucoa. Don Daniel de Jesús, oriundo del sector Quebradillas, era un agricultor delgado, trigueño, perfilado y muy trabajador.
Desde esa fecha, aproximadamente, doña Catán residió en el sector Quebradillas del barrio Guayabotas de ese pueblo. Su casa era grande, de madera, cobijada con zinc al principio y luego con paja; y levantada en socos. Tenían un rancho grande donde colocaban el tabaco y un lugar donde ensillaban a las bestias. La escuela que ella fundó, estaba en el batey. Había casas pequeñas donde vivían los agregados.
Doña Catalina procreó doce hijos: Andrés, Florencio, Pablo, Jose, Bernarda, Eduviges, Julia, Wenceslá, Juana, Eusebia, Mercedes y Catalina. Aparte de sus hijos se dedicó a recoger niños desamparados que traía a su casa. En su acogedora casa de madera no sólo albergó nietos, sobrinos, huérfanos, sino también a los maestros que eran nombrados para trabajar en la escuelita.
Ella dirigía a mucha gente en su casa. Era la casa de todos. Las personas se dedicaban a realizar tareas tales como: talar la finca, sembrar, lavar, planchar, coser, buscar agua, la leña, las verduras... Todo era un constante quehacer. No se perdía el tiempo. Durante la tormenta San Felipe, en su casa hubo 35 personas. Se levantaron dos tablas del piso y una plancha de zinc. Mamá Catán, quien era devota de los Santos Reyes, se colocó de rodillas, frente a un cuadro de los Santos Reyes, e imploró: "Tres Reyes, déjame mi casa, que quiero recibir peregrinos desamparados." Cuando terminó la tormenta, la casa estaba llena de gente que habían perdido sus casas. Le gustaba hacer el bien.
Don Luis Muñoz Marín escuchó hablar de ella cuando estaba organizando su partido en Yabucoa, y como necesitaba gente como ella, llegó hasta su casa. Quedo impresionado con su liderazgo e inteligencia. Ella no tenía educación formal, pero la gente admiraba sus comentarios acertados. Don Luis siempre decía que si encontraba siete Catalina Morales, Puerto Rico estaría a salvo. La política era su pasión, y cuando don Luis pernoctaba en su casa, estaban largas horas dialogando.
Doña Catán era la partera o comadrona de la comunidad. Cuando era mujer estaba próxima a parir recurrían a ella. Además era costurera de oficio. Ella tenía máquinas de coser. Confeccionaba trajes de novia, ropa de hombre y otras prendas. Poseía junto a su esposo 165 cuerdas.
Esta señora de personalidad humilde, amorosa, solidaria e incluso inteligente fue una gran líder en la comunidad. En la época del gobernador de entonces, don Luis Muñoz Marín, ella hizo todo lo posible por conseguir ayuda y facilidades para sus vecinos.
Bajaba montada en una yegua, por los caminos y las cuestas de Quebradillas, con sus piernas colgando hacia un solo lado, hasta Aguas Claras, con tres yeguas, con banastas a los lados para traer los alimentos de la P.R.E.R.A., entidad gubernamental que proveía alimentos a los pobres, en la década del cincuenta. Consiguió tener una escuelita en su finca, no muy lejos de su casa. La escuelita al principio no tenía comedor escolar. Casi siempre asistían de 15 a 20 estudiantes. El horario era de 8:00 a 4:00. Para almorzar se iban a sus casas. Había dos grupos, uno en la mañana y otro en la tarde.
Iba a la Fortaleza con su traje largo y sus botas. No pedía cita porque Muñoz la dejaba pasar para que expusiera sus peticiones.
Doña Catalina murió de cáncer, en el año 1951 a la edad de 67 años. Le dio los mejores años de su vida a través de servicio a su comunidad: comadrona, curandera, costurera, líder comunitaria que fundó una escuela y recogía a los niños desamparados. El recuerdo de su esbelta figura, de falda larga, ancha y de blusa blanca y pañuelo negro en la cabeza, perdura en la memoria colectiva de la comunidad de Quebradillas. Es un ejemplo de lo que es servir genuimamente al país. En estos años en que nuestro país está desmoralizado por la corrupción gubernamental, por la criminalidad, la violencia, el maltrato, la superficialidad, debemos aprender del pasado, donde no había "progreso económico", pero había amor, solidaridad, sentido de comunidad, capacidad de trabajo, ética de trabajo, esfuerzo y valor.
Esta biografía fue escrita gracias a las entrevistas orales que realizaron, la estudiante Tahirí Laboy a doña Mercedes de Jesús, hija de doña Catalina Morales, a Maximino Rodríiguez, nieto; y la Profersora Amada de Jesús, quien entrevistó a Asunción Hernández.
martes, 12 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)